Circula por internet un panfleto titulado “Monólogo de una mujer
moderna” que con un estilo irónico y jocoso viene a poner sobre la mesa
las muchísimas incomodidades, problemas, agravios y pérdidas que la
llamada “liberación de la mujer” ha acarreado para las féminas. Viene a
ser algo así como “pero qué hemos ganado con esto del feminismo si ahora
trabajamos como burras y encima tenemos que encargarnos de todo lo de
antes y además parecer estrellas de cine”. Y sí, aparentemente las
conquistas femeninas han supuesto algunas cargas. Pero si leemos con
atención el mensaje parece que la mujer sometida sólo tuviera ventajas:
mantenida, sin trabajar y todo el día a su libre disposición. Sí, sí,
qué bonito. También muchos esclavos cuando se abolió la esclavitud
estaban en contra porque a partir de entonces tenían que buscarse la
vida por sí mismos. Es lo que tiene convertirse en un sujeto, que hay
que responsabilizarse de la propia vida. Creo que la denominada
“liberación femenina” tiene un innegable componente colectivo:
reivindicar los derechos que todavía no se tienen, pedir reformas de las
leyes cuando sea necesario, reclamar la equiparación salarial, el
acceso a los puestos de dirección…et. etc. todo lo que cualquier
movimiento social se plantea como objetivos a alcanzar. Pero el camino
de la libertad tiene también un intransferible componente personal que
cada mujer debe hacer individualmente. Y no es un proceso fácil. Es una
evolución que transcurre en el interior, que hay que trabajar por dentro
porque ser un sujeto es el resultado de afrontar la existencia sin
muletas. No quiere decir sin ayuda, no. Todos necesitamos la ayuda de
alguien. Pero sí que para asumirse como sujeto hace falta experimentar
una transformación interna que nos permita por ejemplo poder dar, pero
también recibir; poner límites a las personas con las que convivimos,
sea pareja o hijos, exigir un nuevo reparto de las tareas familiares,
negociar casi todo, no pretender ser doña perfecta, delegar
responsabilidades, confiar en que los demás pueden hacer las cosas tan
bien como nosotras, dejar de querer satisfacer las expectativas ajenas.
Dejar de ser la princesa a la que el héroe rescata para convertirse en
heroína de la propia vida requiere renunciar a muchas cosas, enfrentarse
con la incertidumbre, con los peligros de la existencia, experimentar,
quizá, la soledad. No es posible convertirse en un sujeto sin provocar
cambios en nuestro entorno, sin afectar nuestra manera de vivir, sin
adoptar nuevas formas
de relación, sin saber quienes sómos ni lo que queremos de verdad. No basta con adquirir derechos. La vida es un camino personal que hay que transitar a veces sola, a veces en compañía. Descubrir cuál es nuestro camino y seguirlo: esa es la auténtica libertad.
de relación, sin saber quienes sómos ni lo que queremos de verdad. No basta con adquirir derechos. La vida es un camino personal que hay que transitar a veces sola, a veces en compañía. Descubrir cuál es nuestro camino y seguirlo: esa es la auténtica libertad.
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